Presenciamos cómo se coge a demanda las etiquetas y discursos de los feminismos negros por cualquiera, mientras se despojan y se separan de las mujeres negras como sujetos políticos. Les sirve para descargar la responsabilidad del feminismo hegemónico, que se queda tranquilo nombrando lo “interseccional” en donde puede. Sin embargo, en la letra pequeña del contrato, el supremacismo blanco sabe muy bien que usa la “interseccionalidad” como una cáscara agarrada y editada a su antojo, una especie de “talla única” donde se pretenden meter a todas las cuerpas, borrando a las mujeres negras en su construcción y pensamiento. El disfraz perfecto, la mejor apuesta para continuar sobreviviendo a toda costa sin revisar nada, la promesa de que esto va de todas para todas, la confianza en que no es necesario desmantelar el colonialismo para la liberación. 

“El feminismo será antirracista o no será”

¿Qué significa? ¿Para cuándo ese tiempo futuro?¿De qué habla esta frase, cuando se dice desde la torre de marfil blanca?¿Quién revisa, quién trasforma el paradigma eurocéntrico, bajo qué líneas, cuáles son las prácticas, cómo se ve eso? ¿Está trabajando el “feminismo” sobre esto o solo está poniéndose un apellido para continuar centrando el género binario como único eje totalizador? ¿Están los feminismos apropiándose de la discursiva afro, para vaciarla una vez más, de contenido? El antirracismo no es una metáfora. 

La verdad material es que se ha construido y se siguen construyendo “futuros feministas” sin nosotras. No está siendo antirracista. Se sigue imaginando la lucha de liberación de las mujeres* en un sistema supremacista blanco y binario. Desde ahí, la única lógica posible es que los avances se pueden construir consiguiendo poder dentro del sistema establecido. 

“Primero nosotras, espérate. Luego cuando tengamos esto atado, ya vamos a por lo vuestro”. 

Falso. 

Desde la imaginación radical de los antirracismos, se piensan futuros diferentes a los que nos permite este sistema capitalista colonial cisheteropatriarcal. La liberación parte de una desmantelación profunda de todos los sistemas de opresión que rigen el presente. Debe querer transformarlo todo, no se puede tratar solamente de escalones. No es posible construir y trabajar feminismos desoyendo y desatendiendo las críticas. Críticas profundas e incómodas que interpelan a las lógicas en las que el género binario no es el único catalizador de la opresión, y que excluyen a los sujetos acuerpados por el colonialismo, capitalismo, capacitismo, etc.. 

Nos queremos imaginar en un proyecto de vida comunitario que no nos violente, que no nos cuestione, que no extermine, que celebre nuestra vida y nuestra existencia, que repare, que reparta, que no repita el daño, que rescate las memorias, de todas. Ese es el inicio que imaginamos para transformarlo todo y el único posible para continuar. 

Cómo es posible nombrarse antirracista sin una revisión profunda de pensamientos, compromisos y prácticas. No es posible ser antirracista sin que centremos la mirada, el pensamiento y la experiencia de las cuerpas no blancas. No se puede seguir fingiendo que no estamos, ni se nos puede seguir tratando de utilizar para validar una falsa inclusión, pues esos no son los puntos. Estamos, las hermanas tuvieron que estar a la fuerza, sobrevivieron. Porque ellas estuvieron y resistieron, nosotras somos ahora. 

Centrar la experiencia de las cuerpas negras nos pone a pensar juntas futuros en donde se desmantele el sistema colonial cisheteropatriarcal capitalista y nos haga libres a todes. El racismo antinegro coloca a las personas negras como lo no humano; la misogynoir relega a las mujeres y feminidades negras a los límites.

Un futuro que merezca ser vivido, donde las personas compartamos un proyecto comunitario de cuidados que transforme radicalmente el presente.

Un proyecto que nos ilusione, que permita los diálogos, la desmantelación del sistema y la construcción de teorías y prácticas comunitarias y cotidianas que nos cuiden a todes.

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