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Hoy 31 de Agosto, se celebra El Día Internacional de los Afrodescendientes. Las personas afrodescendientes, la Diáspora africana constituimos la sexta región del continente africano (junto a África Septentrional, África Occidental, África Central, África Oriental y África Meridional). La diáspora africana nos encontramos alrededor de todo el mundo, bien porque habíamos sido obligadas a migrar por los conflictos producidos por el Norte global o por Occidente, o bien por esos conflictos que son herederos de aquel proceso de colonización que se inició hace 500 años donde nos robaron, secuestraron y esclavizaron. Desde la diáspora hemos impulsado procesos de liberación tanto en la propia diáspora como el propio continente.

El Día Internacional de los Afrodescendientes fue declarado por parte de la Organización de las Naciones Unidas, mediante la resolución 75/170 del 16 de diciembre de 2020, tras una propuesta impulsada por la vicepresidenta de Costa Rica, Epsy Campbell Barr, por medio de la Misión Permanente de Costa Rica en Nueva York.

Hoy, 31 de agosto, la diáspora en España reclamamos a la sociedad, agentes sociales y especialmente, instituciones, un mayor compromiso con el antirracismo con actuaciones directas, no sólo buenas intenciones. Pues situaciones como la que viven las hermanas temporeras, las encerradas en CIEs, CATEs y demás centros en los que se detienen a personas por su situación administrativa, así como tantas otras atrapadas por la burocracia de la Ley de Extranjería. No podemos seguir haciendo como que no pasa nada (porque supuestamente no nos afecta directamente). Nos sirve una semana antirracista. No nos sirve hablar de España sin sin racismo.

Si bien, se está avanzando, no lo suficiente.

Hoy las personas afrodescendientes, nos recordamos y abrazamos, cogiendo impulso para seguir adelante. Para seguir construyendo y avanzando. Para continuar esa senda, ese testigo de lucha de tantas y tantas de nuestras mayores que nos han precedido.

No son pocos los retos que afrontamos. Pues son más que palpables:  las muertes  en el Mediterráneo, o más bien asesinatos políticos debido a las políticas de migratorias de la Unión Europea, la cual se dice solidaria, abierta, integradora e inclusiva. Mientras, día tras día, asesina miles de personas africanas.

Pero desde la ternura, reclamamos la vida. Exigimos que respeten nuestras vidas y que nuestras vidas importen, no un día señalado, si no cada día y que deben hacerse importar. Porque mientras que  nuestras realidades sean ignoradas, ignoradas serán nuestras vidas. Mientras que nuestras voces sean silenciadas y usurpadas, nuestras vidas no serán importantes.

No somos figurantes, sino que somos protagonistas. No somos objetos pasivos de los que se habla, sino que somos sujetas con voz propia.  No necesitamos que nos cedan espacios, sino que recuperamos lo que se nos ha quitado.

Seguimos construyendo hermanas, seguimos abrazándonos, seguimos repensando desde la negritud; y seguimos  pensando, cómo destruir la blanquitud que nos oprime y nos constriñe día a día. Esa blanquitud que nos cosifica, nos hiper sexualiza e infantiliza. Nos bestializa, idiotiza, nos incapatiza. Pocos son pocos sectores, por no decir prácticamente ninguno en los que no enconremos violencia. Son los que nos enfrentamos, violencia especialmente las mujeres negras o aquellas que somos entendidos como mujeres. Pocos son los espacios donde podemos seguir y existir. ¿Pero en cuántos podemos ser cuidadas?

Repensar la diáspora implica directamente seguir hablando del continente. Repensar y buscar las luchas que han mantenido. El pasado diciembre de 2020, se estableció el Día Internacional de la Población Afrodescendiente, no dejemos que este día quede como un día más en el calendario, si no reclamemos y recordemos a las nuestras y lo que es nuestro, todo, lo que nos ha sido negado:

La verdad.

La justicia.

La reparación.

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